26 Dec
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Para nadie es un secreto que todos tenemos todo tipo de hábitos. Ya sea buenos, o malos, todos tenemos en nuestro haber cultural una lista de cosas que son supuestamente buenas y otras que no tanto. Pero ¿Qué pasaría si te dijeran que todo lo que crees saber sobre esto está equivocado? A continuación aparecen algunos hábitos que sorpresivamente están arruinando nuestra calidad de vida pero que son sumamente cotidianos.

Hacer promesas y cargarse con demasiadas responsabilidades. Esto podría parecer algo sin importancia, pero lo cierto es que es bastante común que con el afán de querer cumplir todas las promesas que hacemos a otras personas  y de tomar todas las responsabilidades que nos sean posibles terminamos finalmente con más tareas de las que podemos realmente realizar. Aprender a decir que no de manera sana es un importante paso en la preservación de nuestra cordura.

Aunque muchos amantes de la vida sana no lo crean en un principio, resulta que tomar demasiados líquidos durante todo el día podría envenenarte. Es importante tener en cuenta que esta cuenta no solo se refiere al agua, sino que gaseosas, jugos, tés y hasta sopas entran en esta categoría. En su lugar es recomendable la consumición de varios vasos de agua a horas del día.

Taparse la nariz con la mano al estornudar es, aunque no lo parezca, uno de los peores hábitos que se pueden tener. Si bien esto se hace para evitar la propagación de cualquier cantidad de virus y bacternias que pueden salir en un solo estornudo, lo cierto es que al hacerlo con las manos todas estas bacterias quedan impregnadas en la piel y convierten a la persona en un importante foco de infecciones que esparcirá su enfermedad por cualquier cosa que toque luego de haber estornudado. Es aún peor que lo anterior si la persona decide retener los estornudos por completos debido a la potencia con los que estos salen. En su lugar lo más recomendable es tener a la mano un pañuelo de tela correctamente guardado el cual poner sobre nuestra mano antes de que salga el estornudo.

Aunque para muchos sea algo contradictorio, resulta que no comprarse las cosas que uno quiere es igual de peligroso que realizar compras compulsivas. Si bien ser conscientes de nuestros gastos y medirlos lo suficiente es una actitud bastante responsable y deseable, resulta también que la fustración constante de no tener lo que uno quiere por mero gusto puede llevar a bastante malestar emocional. Tener un fondo aislado del salario destinado al ocio y al placer, o en su defecto pedir un pequeño servicio de préstamos inmediatos que se consiguen en internet puede resultar en esa necesaria dosis de satisfacción que todos los humanos necesitamos por el bien de nuestra salud emocional.

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